El misterio de las aceitunas

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Capítulo 7

No salen las cuentas

El largo camino que las aceitunas recorrían para llegar a La Estación les compensaba al entrar en su cápsula de viaje. Aunque era el sueño de todas las aceitunas, sólo algunas lo lograban. Muchas quedaban atrás en el largo proceso de selección. Los rumores que se oían sobre las aceitunas que no lo conseguían eran muy variados. Decían que eran llevadas a mercados, donde las vendían a granel, aliñadas con distintas hierbas, o con un pimiento o incluso una almendra en la boca. Pero en realidad nadie sabía qué era de ellas. Y la verdad es que cuando las aceitunas llegaban a La Estación, era tal el espectáculo de cristal, cintas transportadoras y conversaciones en el viaje, que se olvidaban enseguida de todo lo demás. Aunque siempre quedaba alguna que echaba de menos el largo y relajante baño en salmuera que se había dado antes de llegar.

Gordalete y Manzanilla entraron a La Estación ocultas por el pelaje de Écija. El plan era encontrar alguna pista siguiendo el sistema de rastreo de las aceitunas con el que contaba La Estación. Pero al ver todas aquellas cápsulas preparándose para el viaje, Manzanilla se quedó pensativa.

—No me salen las cuentas —susurró—. Si apenas nadie está verdeando en la provincia, ¿de dónde salen todas estas aceitunas?

Écija, movida por una idea repentina fue con sigilo hasta el aparcamiento. Se paseó entre las ruedas de los camiones que rugían sin descanso, y dijo:

—Manzanilla tiene razón. Estas aceitunas no vienen de Sevilla.

—¿Cómo es posible? ¿De dónde vienen entonces? —preguntó Gordalete.

—Sólo hay una forma de averiguarlo.

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